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La Vaca Púrpura.

  • Foto del escritor: Kique Fernández
    Kique Fernández
  • hace 2 días
  • 2 Min. de lectura

La Estrategia que diferencia a las marcas que triunfan.


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La mayoría de los negocios enfrentan, hoy en día, un problema silencioso,

pero crítico: se parecen demasiado entre sí. Vivimos en un mercado

donde todos dicen lo mismo, prometen lo mismo, ofrecen productos

casi idénticos y la atención del público se vuelve cada vez

más difícil de conquistar.



Este es el verdadero desafío moderno, no basta con ser bueno, ni siquiera con ser excelente; lo que realmente determina el éxito es ser notable, ser recordable, ser tan diferente que las personas hablen de ti sin que se lo pidas.


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Aquí es donde entra la idea de la Vaca Púrpura, una analogía creada por Seth Godin que parece simple, pero que transforma por completo la forma en que entendemos el marketing.


Imagina que viajas por una carretera y ves cientos de vacas, todas iguales, a los cinco minutos, ya ni las notas. Pero si entre todas esas vacas aparece una Vaca Púrpura, no solo llamaría tu atención; te detendrías, la fotografiarías y probablemente se la mostrarías a otros.


Sería imposible ignorarla. Eso es, precisamente, lo que una marca debe lograr en un mundo saturado de opciones: romper la monotonía del paisaje.


La razón por la que este concepto es tan necesario hoy es clara, vivimos en la era del scroll infinito. Las personas ven más productos y contenidos en una semana de lo que veían en en meses hace 20 años.


La competencia por la atención no es entre marca,

es entre estímulos.


El problema actual no es la falta de calidad, de hecho, la mayoría de empresas ya alcanzaron un nivel altísimo de calidad, el problema es la falta de diferencia.


La perfección dejó de ser un diferenciador porque todos la persiguen; lo que realmente separa a una marca del resto es su capacidad de ser extraordinariamente distinta.


La solución no es mejorar por mejorar, ni agregar más características a un producto. La solución es convertir aquello que ya eres en una diferencia tan relevante que se vuelva imposible de ignorar, que se vuelva....


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Esto exige dejar de buscar la perfección estética o funcional y comenzar a profundizar en aquello que hace único a tu producto, tu servicio o tu marca. Significa encontrar ese elemento inesperado, sorprendente, incluso arriesgado, que no solo llama la atención, sino que provoca conversación.


Aplicar el concepto de la Vaca Púrpura implica primero identificar qué parte de tu marca puede romper el patrón.


Puede ser tu estilo, tu tono, tu proceso, tu mensaje, tu atención al cliente o incluso tu apariencia visual. Lo importante es que sea auténtico y que no pueda ser copiado fácilmente. Luego, debes construir experiencias que generen emoción, porque la emoción es la verdadera memoria del marketing.


La gente olvida lo que ve, pero nunca olvida cómo la hiciste sentir.


Y, finalmente, debes aceptar que tu marca no será para todos.


La Vaca Púrpura no intenta gustarle al 100%, solo busca enamorar intensamente al porcentaje correcto, al segmento que realmente conectará con esa diferencia extraordinaria.


Cuando logras eso, tu marca deja de competir y esa diferencia se convierte en tu motor de crecimiento.

 
 
 

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